Todo lo que se pueda decir parecerá trillado, repetido, hasta cursi.Asi que solamente me quedaré con una anécdota personal y simple
Hace una buena punta de años, revolviendo en Parque Centenario esas mesas con libros que destilan humedad, encontre uno titulado "Fontanarrosa se la cuenta". Por aquellos años, yo solamente lo ubicaba como "el que dibuja a Inodoro". Este librito, de una tal Editorial Encuadre, me permitió acercarme al Fontanarrosa escritor, ese de los personajes que pudieron ser tus amigos del barrio.
Tiempo después, me encontré con el clásico "firma hoy" en el stand de Ediciones de la Flor en la Feria del Libro. Yo fui con mi librito de 3 pesos especialmente para la ocasión, pero el Negro apenas se podía ver detrás de una pared de buscadores de autógrafos con libros recién comprados (especialmente para la ocasión). Un hombre, personal de stand o colaborador o algo asi, fue victima de mi preguntonta: "¿Puedo hacer firmar un libro que no compré acá?", a la vez que se lo mostraba. Una especie de sorpresa miró mi bolsita. "¿Dónde lo conseguiste?", me preguntó, "nunca había visto ese libro. Vení". Lo seguí hasta la mesa, Fontarrosa miró el libro, y repitió el asombro por la existencia de esa edición. Todavía no sé si sería para tanto, pero tuve la sensación de ser dueña de un tesoro. E inmediatamente después, un Mendieta pronunciando mi nombre tomó forma en la primera hoja, la dedicada a las dedicatorias.
No fui la única privilegiada, ya lo sé. Pero hoy, después de escuchar el resumen de noticias con tristeza, puedo confirmar que soy dueña de un tesoro.
Hace una buena punta de años, revolviendo en Parque Centenario esas mesas con libros que destilan humedad, encontre uno titulado "Fontanarrosa se la cuenta". Por aquellos años, yo solamente lo ubicaba como "el que dibuja a Inodoro". Este librito, de una tal Editorial Encuadre, me permitió acercarme al Fontanarrosa escritor, ese de los personajes que pudieron ser tus amigos del barrio.
Tiempo después, me encontré con el clásico "firma hoy" en el stand de Ediciones de la Flor en la Feria del Libro. Yo fui con mi librito de 3 pesos especialmente para la ocasión, pero el Negro apenas se podía ver detrás de una pared de buscadores de autógrafos con libros recién comprados (especialmente para la ocasión). Un hombre, personal de stand o colaborador o algo asi, fue victima de mi preguntonta: "¿Puedo hacer firmar un libro que no compré acá?", a la vez que se lo mostraba. Una especie de sorpresa miró mi bolsita. "¿Dónde lo conseguiste?", me preguntó, "nunca había visto ese libro. Vení". Lo seguí hasta la mesa, Fontarrosa miró el libro, y repitió el asombro por la existencia de esa edición. Todavía no sé si sería para tanto, pero tuve la sensación de ser dueña de un tesoro. E inmediatamente después, un Mendieta pronunciando mi nombre tomó forma en la primera hoja, la dedicada a las dedicatorias.
No fui la única privilegiada, ya lo sé. Pero hoy, después de escuchar el resumen de noticias con tristeza, puedo confirmar que soy dueña de un tesoro.
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